DIARIO DE LECTURAS #02.01

Después de casi dos años, y sin saber muy bien por cuánto tiempo, voy a intentar retomar este apartado del blog en el que reseñaré brevemente las lecturas que he ido haciendo en las últimas semanas. Por supuesto, no tengo especial intención de que esto le interese a nadie más que a mí… así que libertad absoluta de opinión, de periodicidad y de todo lo demás.

En la última entrada que realicé de la «primera temporada» de este Diario de lecturas terminé con Los asquerosos, de Santiago Lorenzo. Ya dije todo lo que tenía que decir de esa obra maestra, la cima indiscutible de este genio. Poco podía imaginar cuando lo leí lo fuerte que iba a pegar, las decenas de miles de ejemplares que iba a vender, y la cantidad de obras inspiradas en este libro. Nada mejor pues, para retomar estas reseñas, que comenzar por Un hipster en la España vacía (Random House, 2020), de Daniel Gascón, el desternillante relato de las aventuras de Enrique, un moderno madrileño prototípico y caricaturizado al extremo que decide ir a vivir a un pueblecito de Teruel cargado de buenos propósitos y con una idea bastante equivocada de lo que se va a encontrar ahí… La novela juega desde su propio título a la sátira, la parodia y la caricatura nada sutil, pero siempre desde la inteligencia y la sonrisa, nunca desde el rencor y la descalificación vacía y gratuita. Por sus páginas, con una excelente prosa, Gascón da palos, sobre todo, a tantas y tantas tonterías imperantes en la actualidad. Principalmente a esa tontería que se encuentra a ambos lados del espectro político y social y que se muestra paradójicamente en el victimismo y la violencia hacia «el otro» derivados de creer que la postura de uno es la única que puede tener cabida en la sociedad, y que quien piensa distinto representa un ataque y una amenaza a esa verdad que pretenden única. Por eso, con estupendo sentido del humor Gascón toca los huevos tanto al reaccionarismo celtibérico de unos o al racismo con olor a butifarra rancia de otros como a los ridículos malabarismos lingüísticos o al feminismo vacíamente progresista de las de más allá. Siempre, eso sí, y de ahí mi identificación con la mirada de Daniel Gascón, dejando claro que aquí hay sitio para todos, no importa la causa estúpida que defiendan… siempre que nos dejen en paz a los demás.

Siguiendo con la España rural, pero viajando hacia atrás un siglo, he leído con sumo placer estos Cuentos republicanos (Destino, 1970), de Francisco García Pavón, uno de mis escritores de cabecera. Es de los pocos libros que me quedaba por leer de este autor que hizo de su pueblo natal, Tomelloso, todo un universo literario a la altura (juro que no exagero) del Macondo de García Márquez. En este caso el autor nos traslada a los días de su niñez y adolescencia, en concreto a los momentos inmediatamente anteriores y posteriores a la declaración de la Segunda República en nuestro país. Mediante una serie de estampas breves y magníficamente escritas García Pavón rememora historias, recuerdos y personajes de aquella época y de aquella España hoy ya definitivamente desaparecida.

Sigo con otro manchego mucho más universal pero que, igual que Pavón, nunca ha dejado de mostrar y reivindicar sus raíces pueblerinas (que nadie considere despectiva esta palabra). Estoy casi convencido de que El cine de Pedro Almodóvar (Ministerio de Cultura / ICAA, 1988), de Nuria Vidal, es el primer libro publicado sobre nuestro cineasta más importante de las últimas cuatro décadas (en casa tengo un par de libros más sobre Almodóvar casi coetáneos a este pero publicados en 1989). El grueso, y la parte más interesante del libro, son las entrevistas, declaraciones y textos del propio Almodóvar, uno de cuyos mayores talentos es la capacidad mayúscula para el autobombo. Alguien capaz de hablar bien de sí mismo continuamente aun cuando aparentemente no pare de enumerar sus defectos se merece todo el éxito que ha tenido y más. Aparte, en conjunto, su obra cinematográfica es absolutamente coherente y genial, y este libro es sin duda de lo mejor que he leído sobre él (que es bastante).

Una de las protagonistas de la primera película de Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) fue una jovencísima Alaska. Siento tanto por ella como por su marido, Mario Vaquerizo, una profunda simpatía, y me lo he pasado estupendamente bien leyendo esta intrascendencia titulada Haciendo majaradas (Espasa, 2012). Las partes del libro que más me han gustado son aquellas en las que Mario cuenta su infancia y juventud, mucho más que esas más «serias» donde explica su filosofía de vida, da consejos o responde a cuestionarios que hechos por sus amigos. En fin, es uno de esos libros cuyo disfrute viene dado principalmente por el grado de empatía que sienta uno por el personaje. En mi caso, bastante.

Cambiando bastante de tercio (o quizá no tanto), leí la otra tarde un brevísimo librito de Henri Michaux titulado Una vía para la insubordinación (Alpha Decay, 2015) y publicado por primera vez en 1980. Es de lo último que publicó y lo primero que leo de este autor, aficionado a lo esotérico, al mundo de los sueños y a los viajes interiores. Es un breve tratado sobre los poltergeist y otros hechos paranormales que, todo hay que decirlo, no me ha seducido como pensaba que iba a hacerlo. Quizá lo que más me ha gustado ha sido la introducción de Javier Calvo, ese autor de quien he leído recientemente dos novelas (Suommelina y Piel de plata) que me dejaron perplejo y fascinado.

Por último, y por seguir con lo sobrenatural, he devorado el primer libro de una colección (El ocultismo en el cine) que promete bastante: Vudú, de Dani Morell (Dilatando Mentes, 2020). Son seis en total los autores que han colaborado, pero el 90% de los textos, así como la coordinación general de la obra, han corrido a cargo de Morell así que espero que nadie se moleste si le cito como autor casi único. El libro tiene dos partes bien diferenciadas: en la primera Morell nos introduce en los orígenes y significados del vudú, una religión como tantas otras procedente de África y que se desarrolló y estableció principalmente en Haití, haciendo escala posteriormente en Nueva Orleans. Después nos presenta a los principales «estudiosos» de la materia, como Zora Neale Hurston, Maya Deren, William Seabrook o Wade Davis, y pasa a investigar cómo el vudú ha formado parte, sobre todo en sus aspectos más llamativos o folclóricos, de la cultura popular desde principios del siglo XX a la actualidad. Tengo que decir que esta primera parte me ha sorprendido para bien. Se nota la pasión que siente el autor sobre el tema, está muy bien escrita y es muy clara a la hora de explicar conceptos. Después viene una segunda mitad del libro en la que, mediante bloques temáticos o cronológicos, se analizan cerca de noventa películas en las que el vudú tiene presencia, aunque sea esta algo tangencial, de la seminal La legión de los hombres sin alma (1932) a la reciente Zombi Child (2019). La mayoría no las he visto, la verdad, pero ha sido una lectura tan estimulante que ya me he señalado un buen puñado de ellas para buscarlas y verlas este verano… esperaré con ganas los próximos títulos de la colección, seguro…

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