Magia a la luz del proyector

MAGIA A LA LUZ DEL PROYECTOR

Publicado en Arte & Letras. Diario Información de Alicante. 11/02/2024

https://www.informacion.es/arte-letras/2024/02/10/magia-luz-proyector-97989006.html

La reedición casi simultánea durante los últimos coletazos de 2023 de dos libros sobre cine escritos hace cerca de tres décadas (y descatalogados desde hace bastantes años) resulta una ocasión propicia para, además de darse un buen festín lector, reflexionar sobre los cambios, en demasiadas ocasiones ya irreversibles, que se han dado en la industria del cine y, ay, en nuestras sociedades. Son dos libros de dos autores que comparten mirada en muchos aspectos —el amplio conocimiento no solo de la historia del cine, sino de la historia del arte y la cultura en general, la visión desprejuiciada hacia todo tipo de géneros, la convicción de que en la cultura popular está el verdadero espíritu de una época— y que resultan en cierto modo complementarios.

Me refiero a Monster Show. Una historia cultural del horror (Es Pop Ediciones), de David J. Skal y a Satán en Hollywood. Una historia mágica del cine (Valdemar), de Jesús Palacios. El primero de ellos, cuya edición original data de 1993, fue publicado en nuestro país en 2008 por Valdemar. La edición original del segundo, también de Valdemar, data de 1997. Ambos, como se apuntaba antes, llevaban ya demasiados años fuera de circulación, así que no queda más que agradecer a los respectivos editores el ponerlos de nuevo, en cuidadísimas ediciones, al alcance de los lectores.

Celuloide mágico

Empecemos por el segundo. Descubrí a Jesús Palacios (Madrid, 1964) hace ya muchos, demasiados años, con su magnífico Alégrame el día (Espasa, 1999). Era yo un postadolescente, o lo que rayos sea uno cuando está a punto de alcanzar la mayoría de edad, apasionado del cine, del «buen» cine, para entendernos. Ya saben, Hitchcock, Lang, De Sica, entre los clásicos; los Coen, Tarantino, Almodóvar, entre los modernos de aquel fin de siglo… en fin, lo correcto, nada de lo que escandalizarse ni avergonzarse. Y de repente, cual caballo de troya, sin avisar, el libro de Palacios, bajo la apariencia amable de su subtítulo —«El cine de Hollywood en sus mejores frases»— hizo tambalearse muchos de los cimientos sobre los que se asentaba mi afición al cine. Tras lo que prometía ser una simpática recopilación de frases célebres de películas (que también lo era) se escondían toda una serie de comentarios, teorías, nombres propios y puntos de vista impensables para mí en aquel momento. En el libro aparecían, por supuesto, los grandes nombres del cine clásico… pero también, de manera subrepticia, se deslizaban otros para mí desconocidos y que prometían sensaciones al menos tan estimulantes como los consagrados. Un libro que, aunque sin meterlos en el mismo saco, traía a colación los nombres de Billy Wilder, Von Sternberg o Lubitsch, pero también los de John Waters, Ed Wood o Zsa Zsa Gabor, me resultaba, cuanto menos, prometedor. Además, Palacios no solo hablaba de guionistas y cineastas, sino que nos acercaba, por ejemplo, a pensadores como Oscar Wilde o Camille Paglia. Desarrollaba toda una teoría de lo que llamaba «películas/golem» que sigue resultando atrevida, y se sumergía también en la gozosa, semioculta y divertida sensibilidad gay que vertebró gran parte del cine clásico, con una mirada festiva totalmente alejada de las encorsetadas y aburridísimas «teorías de género» actuales. La verdad es que no he vuelto a leerlo, pero aquella ya lejana lectura fue un fogonazo iluminador que me hizo comprender que había infinitos dioses de celuloide a los que adorar más allá de los que me aseguraban la mayoría de manuales e historias del cine.

Poco después cayó en mis manos la primera —y, hasta ahora, creo que única— edición de este Satán en Hollywood hoy por fin recuperado (¡y ampliado!), y ya el flechazo fue total. Para empezar, era imposible no caer rendido ante un libro que empezaba con esta declaración de principios: «Este es un libro de chismes. Personalmente creo que la chismografía es uno de los más dignos géneros literarios de nuestro siglo y, probablemente, el más divertido», para a continuación citar a autores como Truman Capote, Gore Vidal, Tom Wolfe, Kenneth Anger y Anita Loos… definitivamente, este Palacios era un kamikaze, y además uno tremendamente valiente, divertido e inteligente. En las páginas de este libro desfilaban y se mezclaban sin prejuicios sonoros y misteriosos nombres como los de Jiddu Krishnamurti, Andy Warhol, Roman Polanski, Anita Pallenberg, David Bowie, Aleister Crowley, Jayne Mansfield, Anton LaVey o Madame Blavatsky, muchos de ellos escuchados (leídos, más bien) por primera vez por mi joven yo.

A partir de aquí, y hasta hoy, cuando uno ya es un cuarentón y la sociedad ha envejecido varios siglos en solo veinticinco años, los libros de Jesús Palacios han ido acompañándome y descubriéndome no solo otros libros, películas, autores y géneros desconocidos para mí, sino sobre todo aportando nuevos puntos de vista, siempre inéditos e inteligentes, sobre estos mismos géneros, autores, películas o libros. Por suerte para quienes le admiramos, nuestro crítico de cine favorito no para de trabajar, y a sus múltiples libros hay que sumar infinidad de prólogos, colaboraciones periodísticas, aportaciones a obras colectivas o la coordinación de libros temáticos. Su bibliografía es casi inabarcable, pero por citar algunos de los últimos libros de los que se ha responsabilizado, citemos títulos como Eroguro: Horror y erotismo en la cultura popular japonesa (Satori, 2018), Folk Horror: Lo ancestral en el cine fantástico (Hermenaute, 2019), Weird Western: Cine del oeste sin fronteras (Applehead, 2021), La pantalla esotérica: Cine y ocultismo en 50 películas (UOC, 2021) o El exorcista: El libro del 50 aniversario (Notorious, 2023), que se suman a la treintena larga de publicaciones aparecidas bajo su firma.

Volviendo a Satán en Hollywood, uno de sus libros más divertidos, se nos narra aquí una historia paralela de los primeros cien años de cine norteamericano. En realidad, no es tanto un libro sobre películas, sino más bien sobre las personas que han hecho posibles las películas. Un entretenido y bien documentado recorrido por Hollywood por el que desfila un puñado de directores, escritores, músicos, actrices y actores cuyas vidas han estado ligadas a diversas corrientes místicas y espirituales, desde la teosofía y el espiritismo de las primeras décadas del pasado siglo hasta la cienciología y la nueva era de los noventa, pasando por los maravillosos y luciferinos años sesenta.

El libro, como decíamos, se publicó por primera vez en 1997. En estos años tanto el cine como la sociedad han cambiado mucho… tal vez demasiado. Por eso el autor completa esta nueva edición con un extenso capítulo final («Lilith en Hollywood») que repasa cómo ha ido mutando la relación del cine de Hollywood con lo místico y lo esotérico. En realidad, cómo ha ido mutando prácticamente toda nuestra manera de entender la realidad. Tras la implantación de las tecnologías digitales en prácticamente cualquier ámbito de nuestras vidas, la invasión absoluta y voluntaria de la privacidad a manos de las redes sociales, la aparición de nuevas y cada vez más sibilinas formas de censura (o cancelación, en horrible eufemismo) y el surgimiento de ese oscuro ente lovecraftiano llamado inteligencia artificial, algunos no podemos hacer otra cosa que entonar un réquiem por una época que ya no existe. Un réquiem nada solemne en el que invocar los espíritus de Kenneth Anger, Curtis Harrington, Anton LaVey, David Bowie, Irma Serrano… y, en fin, de todos aquellos irrepetibles creadores fallecidos en estos últimos años que no tuvieron miedo de explorar los misterios ignotos que se esconden bajo el velo de Isis. Para quien quiera emprender esta aventura, no se me ocurre mejor guía que Jesús Palacios y este entretenidísimo Satán en Hollywood, felizmente reeditado, cómo no, por Valdemar.

Horror y cultura de masas

Hace unas semanas nos sorprendía la noticia de la muerte, en un accidente de tráfico en Los Ángeles, de David J. Skal. La noticia nos cogió desprevenidos y nos impactó más si cabe porque en noviembre Skal había estado en nuestro país ofreciendo una pequeña gira de presentación de su libro más famoso, este Monster Show. Una historia cultural del horror que acaba de ser primorosamente reeditado por Óscar Palmer, alma mater de Es Pop Ediciones, quien también se ha encargado de la traducción.

Por algún motivo que se me escapa, todavía a estas alturas el cine fantástico (perdón por la redundancia) y el de terror son mirados con cierta condescendencia, cuando no con desprecio, por ciertos críticos y espectadores «serios». Si no fuera porque a los aficionados nos resbala, resultaría molesto ese tufillo clasista y aburrido que emanan aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta y del monopolio del buen gusto (ya saben a quiénes me refiero, los de «odio el reggaetón, yo solo escucho buena música», o los de «yo no leo tebeos, pero me gusta la novela gráfica»).

Como mucho, admiten sin riesgo disfrutar de ciertas películas de miedo realizadas hace ya el tiempo suficiente como para no despertar ninguna sospecha (La mujer pantera), o esas otras que han sido dirigidas por autores consagrados (Psicosis). En una vuelta de tuerca más perversa aún, en los últimos años, incluso, ha surgido un término que un servidor encuentra despreciable: elevated horror (horror elevado), para que estos críticos y espectadores puedan admitir sin avergonzarse que han disfrutado de una película de terror, pero no porque daba mucho miedo, sino porque hablaba de temas «importantes» como, no sé, la conciliación familiar de una madre soltera o la integración de las personas migrantes. Como son películas que reflejan «problemáticas actuales» y no son «cine de evasión» pueden ser reivindicadas de manera segura tanto por los críticos más anquilosados como por los espectadores más «comprometidos». Sin embargo, lo que ambas especies ignoran es que las películas de terror han sido prácticamente desde su origen, hace un siglo, un termómetro que ha ido reflejando de manera certera y fiel (pero, por suerte, no literal) los traumas, las crisis y los miedos del momento en que han sido realizadas.

Esta, al menos, es la hipótesis (que desde aquí compartimos) que desarrolla David Skal en este iluminador Monster Show. Skal, con un conocimiento enciclopédico y una pluma brillante, hace un repaso por los distintos temas y tropos del cine de terror desde su origen, en los años veinte, hasta esos primeros noventa en que fue por primera vez publicado este apasionante estudio. Y demuestra cómo cada una de las grandes crisis y de los grandes cambios del siglo XX han tenido su reflejo en estas películas de una manera muchas veces no buscada pero siempre inequívoca. Las dos guerras mundiales, con sus millones de muertos y mutilados; la Gran Depresión y sus devastadoras hambrunas; la Guerra Fría y el miedo a un inminente apocalipsis; la aparición de la sociedad de consumo y el culto al progreso tecnológico derivado de ella; la liberación sexual de los sesenta y los consiguientes cambios en las costumbres reproductivas; o la salvaje irrupción del sida en los ochenta que estigmatizó y señaló (todavía más) al colectivo homosexual, han sido puntualmente reflejadas por centenares de películas adscritas al terror que han servido como catarsis inconsciente para generaciones enteras de espectadores. Criaturas como fantasmas, zombis, vampiros, asesinos en serie o bebés malditos han ido representando fielmente cada uno de los miedos derivados de estas y otras circunstancias. Y nada mejor para atestiguarlo que zambullirse sin prejuicios en las quinientas páginas de este maravilloso estudio de David J. Skal. Me lo agradecerán.

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